Un relato escalofriante: El espíritu de la niña asesinada

      Poco tiempo después de que Sally y John se casaran decidieron comprar un bar de carretera en las afueras de una pequeña ciudad de Dallas, Texas. El bar había permanecido cerrado durante varias décadas porque la gente solía decir que se oían ruidos y se veían cosas extrañas. A Sally y a John pareció no importarles. A simple vista el local era frío como un campo de escarcha al amanecer y provocaba sensación de inquietud. Estaba viejo, la madera del suelo era húmeda y oscura. Su interior en penumbra transmitía tristeza como una cárcel abandonada, pero la ilusión de los jóvenes empañó la auténtica realidad.
      Cuando ya tenían todo preparado para abrir el mesón, Kevin, el empleado, empezó a ver fenómenos poco comunes: las sillas moviéndose un par de centímetros, risas de niña pequeña entre los muros… No les dio importancia, creyó que eran imaginaciones suyas. Una noche, poco después de cerrar el local, observó en una bandeja llena de gelatina lo que parecía la huella de una mano pequeña. A partir de ese día una presencia extraña inundó definitivamente el lugar.
     Con el paso de los días los sucesos misteriosos se repetían con más frecuencia y Sally decidió actuar cuanto antes para dejar de sufrir angustia y miedo constantes. Llamó a una médium.
      Era una mujer mayor de aspecto aterrador. Su imagen recordaba a las brujas de los cuentos, incluso su voz era penetrante, profunda como si sus palabras saliesen de una tumba. Ésta fue poco a poco revisando todas las habitaciones e intentando descifrar lo que se ocultaba entre aquellas sólidas paredes.
      Descubrió que había dos espíritus, uno de una niña de unos siete años y otro de un hombre de unos cuarenta años. Según explicó la siniestra señora, el espíritu de la niña era inofensivo, pero el del hombre era muy peligroso y agresivo. La médium intentó contactar con ellos en una especie de ceremonia macabra y reveló la verdadera historia: El hombre era el padre de la niña, dueño del antiguo burdel, ahora el Bar de Sally. En vida maltrataba, violaba y mataba a las mujeres que allí trabajaban. La niña, su propia hija, fue también una de las asesinadas. Sólo había una solución para volver a la normalidad: encontrar el cadáver de la niña y darle sepultura para que pudiese descansar.
      Días después procedieron a la excavación. Cuando ya llevaban más de dos horas cavando, a Sally le recorrió un escalofrío todo el cuerpo, el miedo que sentía erizaba sus pelos como si fuesen puntas clavadas en su piel. Aparecieron, entre los muros que daban al sótano, huesos, pelo, trozos de tela… Con gran pena llevaron a cabo su cometido: sepultar los restos de la pequeña.
      A partir de ese día no volverían a suceder hechos extraños en aquel lugar, pero John y Sally siempre tendrían presente el recuerdo del espíritu y el miedo en sus cuerpos provocando una sensación de inquietud y malestar.
                                                   Antía Hormigos 3º ESO B



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