Alonso de Santos: Bajarse al moro

Alonso de Santos es uno de los autores dramáticos más relevantes del panorama español actual. Estos días leímos en 3º ESO  Bajarse al moro, obra con buenas dosis de humor que no esconden, sin embargo, la intencionalidad crítica hacia la sociedad de la década de los 80. Se oponen en ella personajes que encarnan valores de amistad y solidaridad (Chusa, Jaimito) a otros que representan el egoísmo y conservadurismo (Elena, Alberto, doña Antonia). El conflicto plantea la dificultad de integración de los jóvenes que no se amoldan a los modos de vida tradicionales (noviazgo, matrimonio, familia... ) triunfando los valores característicos de una sociedad anclada en convencionalismos sociales. Mientras que Alberto y Elena evolucionan en una trayectoria con la cual pasan a formar parte de lo socialmente aceptado, Chusa y Jaimito representan la marginalidad que se evidencia en el diálogo final entre estos dos personajes y también en la soledad que transmite Jaimito en su monólogo ante Humphry, el hámster.
El fragmento siguiente es el comienzo del primer acto y pertenece a la representación en el teatro Victoria de Madrid, en Julio de 2006.

ESQUEMAS DE 4º ESO

Incluyo los esquemas que habéis hecho estos días.Como veis hay varios de un mismo tema y faltan otros como las características del romanticismo, el texto narrativo o la literatura realista, por ejemplo. Si los hacéis en las vacaciones los incluimos a la vuelta. Aprovecho para daros mi enhorabuena por todo el trabajo que estáis presentando.
UN POCO DE POESÍA II
Los formales y el frío, Todo lo contrario, Seré curioso, No te salves, Táctica y estrategia, Hagamos un trato, son títulos de algunos de los poemas más conocidos de M. Benedetti. El maestro, afectuosamente don Mario, comunica como nadie los sentimientos cotidianos. A veces sabio cronista del amor, a veces enaltecedor de la mujer, a veces comprometido... pero siempre sencillo y cercano provoca con sus versos el suspiro, la emoción, la sonrisa... Escúchalos en su propia voz.




TEORÍA
     Serían las doce de la noche. La verdad no lo recuerdo muy bien. Era una noche extraña, muy extraña... silenciosa. En el ambiente reinaba una tranquilidad tan desagradable como la que fluye en los lugares más deshabitados del planeta. Aunque en esta noche era todo lo contrario: intuía que había una abundancia de seres que, aunque invisibles a la vista humana, estaban allí, observándonos.
         Yo estaba muy cansada y desorientada. Pensaba que no iba a aguantar más en pie, así que volví la vista hacía Anna, mi hermana, un año mayor que yo y que no tenía un aspecto mucho mejor que el mío. Debajo de sus grandes ojos castaños nacían unas ojeras tan inmensas y moradas como el color del vino y su piel estaba tan pálida casi como la leche. Entonces decidí no molestarla con ninguna incómoda observación así que miré hacia el otro lado.
          Allí estaba Jack, un chico de 17 años. Su pelo rubio tenía aspecto de escobilla, en sus ojos azules y profundos como el mar podía percibirse una lejana tristeza cuya causa no pude averiguar, porque, justo en ese momento, mis piernas no aguantaron más y caí al suelo como una pluma. Jack y Anna se giraron rápidamente hacía mí. Preocupados, me ayudaron a sentarme en uno de los asientos de un gran edificio, tan alto que parecía llegar a las estrellas.
        - ¿Cómo estás ? - me preguntó Anna, alarmada.
       - Bien, sólo estoy un poco....... cansada – respondí, mientras miraba todos los carteles que nos rodeaban y los alumbrados navideños que me hacían recordar la fecha exacta en la que nos encontrábamos: 31 de Diciembre. Me pregunté de inmediato dónde se encontraba la gente, por qué no había ningún coche en la carretera desde hacía casi media hora, por qué estaban los locales cerrados en una fecha tan especial. Era como si un secuestro mundial se hubiera producido a nuestras espaldas. Estuvimos así media hora más, reflexionando, porque otra cosa no. Después me levanté decidida y miré fijamente a Jack y a Anna a los ojos:
        - ¿Por qué no hemos llegado a casa? Que yo recuerde no estábamos tan lejos.
 Hubo un breve silencio.
        - Tú no recuerdas nada - contestó Anna.
        La respuesta de ella me produjo un intenso escalofrío y fui consciente, de repente, del estado de mi ropa. Llevaba un vestido, si se le podía llamar así. Estaba como arañado por una especie de gato y descubrí, incómoda y sorprendida, una especie de líquido verde tan espeso como una sustancia mocosa. También lo advertí en la ropa de mi hermana y su novio. Les pregunté una y otra vez qué estaba pasando, por qué no recordaba nada.... pero nunca respondían. Así que desesperada grité, y sentí mucho frío. Como en una película de suspense incluso de miedo, me giré bruscamente hacia atrás. Había sentido una presencia detrás de mí. Sin embargo, no había nadie, así que de nuevo me volví. Ahora ni Jack ni Anna estaban. Se me estremeció el cuerpo de los pies a la cabeza cuando distinguí muy cerca de mí un inmenso y asqueroso cuerpo baboso, tan feo que producía terror y tan alto como un poste de luz . Retrocedí dos pasos y escuché muchos gritos, entre ellos el de Anna, reconocería su voz en medio de un concierto de rock con multitud de gente alborotada. Entonces quise correr, pero me mareé y todo se puso borroso. Sólo veía millones de personas corriendo a mi alrededor como quien ve hormigas escapando de algún zapato, sin rumbo fijo, gritando de desesperación. Y allí seguía aquella bestia, mirándome fijamente. Yo no me podía mover, el miedo me tenía paralizada y sólo me faltaban pocos segundos para perder el sentido. Justo en el momento en el que pensaba que era el fin sentí el tacto cálido de alguien que me tomaba fuertemente del brazo con la intención de apartarme.
        No recuerdo nada más. Ahora, dieciséis años más tarde, estoy en un psiquiátrico. Muchos dicen que estoy loca , que la historia es parte de mi imaginación, pero eso a mí no me importa. Simplemente me pregunto qué fue de aquellas criaturas, de aquel que me salvó, de aquellas personas que corrían asustadas, de Anna y de Jack y... de mi ciudad porque, aunque parezca imposible, nadie ha escuchado hablar jamás de ella y en los mapas e Internet tampoco existe. Es como.... como si hubiera desaparecido. Mi teoría: INVASIÓN EXTRATERRESTRE.       
    Eyler 4º ESO A    
                                                                                       
PREMIO CERVANTES 2009
El Premio de Literatura en Lengua Castellana Miguel de Cervantes es el máximo reconocimiento a la labor creadora de escritores españoles e hispanoamericanos cuya obra haya contribuido a enriquecer de forma notable el patrimonio literario en lengua española.
Desde su creación el Premio se falla a finales de año y se entrega el 23 de abril -día del fallecimiento de Miguel de Cervantes - en el Paraninfo de la Universidad de Alcalá de Henares, cuna del escritor, por SS. MM. los Reyes de España. El escritor José Emilio Pacheco ha sido galardonado con el Premio Cervantes 2009. La ministra de Cultura, Ángeles González-Sinde, acaba de anunciar el nombre del ganador de este año. Este premio, el más importante de las letras hispanas, está dotado con 125.000 euros y fue creado en 1975 por el Ministerio de Cultura para rendir anualmente testimonio de admiración a la figura de un escritor que, con el conjunto de su obra, haya contribuido a enriquecer el legado literario hispánico.
José Emilio Pacheco nació en Ciudad de México en junio de 1939. Además de poeta y prosista se ha consagrado también como traductor, trabajando como director y editor de colecciones bibliográficas y diversas publicaciones y suplementos culturales. Ha sido también docente universitario e investigador.
De su obra poética se destacan: 'Los elementos de la noche' en 1963, 'El reposo del fuego' en 1966, 'No me preguntes cómo pasa el tiempo' en 1969, 'Irás y no volverás' en 1973, 'Islas a la deriva' en 1976, 'Desde entonces' en 1980, 'Trabajos en el mar' en 1983 y 'El silencio de la luna'.
Para leer alguno de sus poemas pincha aquí
UN POCO DE POESÍA
      Esta breve selección contiene poemas de algunos de los mejores poetas contemporáneos en lengua castellana: Luis Alberto de Cuenca, E. Sánchez Rosillo, Antonio Colinas, Carlos Marzal, Vicente Gallego. El criterio utilizado para la elección no es otro que el de la claridad y sinceridad de los textos. Son versos modernos, transparentes, pero con la temática de siempre, por eso eternos.
      Es mi deseo acercaros a este género que lamentablemente, quizás, sólo leéis en el contexto academicista de las aulas del instituto y que muchas veces pierde su profunda esencia, precisamente, por pronunciarlo, explicarlo, obviarlo. La siguiente cita de Luis Alberto de Cuenca es ilustrativa de la intención que tengo:
        “Me gusta recordar que mi poesía suele gustarle a la gente que no lee poesía… Eso demuestra que la poesía puede y debe salir del ghetto, de las mafias y sectas, del malditismo. De su propia y tediosa iconografía”.
                      Antología consultada de la poesía española.
                                          El último tercio del siglo (1968-1998)
                                                    Colección Visor de Poesía


   Un relato escalofriante: El espíritu de la niña asesinada

      Poco tiempo después de que Sally y John se casaran decidieron comprar un bar de carretera en las afueras de una pequeña ciudad de Dallas, Texas. El bar había permanecido cerrado durante varias décadas porque la gente solía decir que se oían ruidos y se veían cosas extrañas. A Sally y a John pareció no importarles. A simple vista el local era frío como un campo de escarcha al amanecer y provocaba sensación de inquietud. Estaba viejo, la madera del suelo era húmeda y oscura. Su interior en penumbra transmitía tristeza como una cárcel abandonada, pero la ilusión de los jóvenes empañó la auténtica realidad.
      Cuando ya tenían todo preparado para abrir el mesón, Kevin, el empleado, empezó a ver fenómenos poco comunes: las sillas moviéndose un par de centímetros, risas de niña pequeña entre los muros… No les dio importancia, creyó que eran imaginaciones suyas. Una noche, poco después de cerrar el local, observó en una bandeja llena de gelatina lo que parecía la huella de una mano pequeña. A partir de ese día una presencia extraña inundó definitivamente el lugar.
     Con el paso de los días los sucesos misteriosos se repetían con más frecuencia y Sally decidió actuar cuanto antes para dejar de sufrir angustia y miedo constantes. Llamó a una médium.
      Era una mujer mayor de aspecto aterrador. Su imagen recordaba a las brujas de los cuentos, incluso su voz era penetrante, profunda como si sus palabras saliesen de una tumba. Ésta fue poco a poco revisando todas las habitaciones e intentando descifrar lo que se ocultaba entre aquellas sólidas paredes.
      Descubrió que había dos espíritus, uno de una niña de unos siete años y otro de un hombre de unos cuarenta años. Según explicó la siniestra señora, el espíritu de la niña era inofensivo, pero el del hombre era muy peligroso y agresivo. La médium intentó contactar con ellos en una especie de ceremonia macabra y reveló la verdadera historia: El hombre era el padre de la niña, dueño del antiguo burdel, ahora el Bar de Sally. En vida maltrataba, violaba y mataba a las mujeres que allí trabajaban. La niña, su propia hija, fue también una de las asesinadas. Sólo había una solución para volver a la normalidad: encontrar el cadáver de la niña y darle sepultura para que pudiese descansar.
      Días después procedieron a la excavación. Cuando ya llevaban más de dos horas cavando, a Sally le recorrió un escalofrío todo el cuerpo, el miedo que sentía erizaba sus pelos como si fuesen puntas clavadas en su piel. Aparecieron, entre los muros que daban al sótano, huesos, pelo, trozos de tela… Con gran pena llevaron a cabo su cometido: sepultar los restos de la pequeña.
      A partir de ese día no volverían a suceder hechos extraños en aquel lugar, pero John y Sally siempre tendrían presente el recuerdo del espíritu y el miedo en sus cuerpos provocando una sensación de inquietud y malestar.
                                                   Antía Hormigos 3º ESO B



La Regenta

Ana Ozores es una mujer virtuosa, imaginativa, insatisfecha y muy envidiada. Está casada conVíctor Quintanar, un hombre mucho mayor que ella, antiguo regente de la Audiencia. La Regenta busca caminos para huir del mundo mediocre y opresivo de la ciudad de Vetusta. La primera manera que encuentra es la práctica religiosa, ayudada por su confesor Fermín de Pas, el magistral, que siente por ella una pasión posesiva. Fracasada esta opción, se refugia en el amor adúltero de Álvaro Mesía, un donjuán provinciano, cínico y cobarde, que matará en un duelo a don Víctor y se marchará de la ciudad. Vetusta se escandaliza y, a la vez, se regocija: la envidiada Regenta por fin "ha caído".
A continuación un fragmento de la serie televisiva dirigida por Fernando Méndez-Leite.




DESCRIBIENDO AL NIÑO DE LA MINA

       Aquella fue la primera vez que lo vi. En la puerta de una mina se encontraba un niño delgado y pequeño apoyado en un muro más ruinoso que firme. Bajo sus pies se extendía una llanura llena de polvo. Era un paisaje árido, triste, gris…
         El niño tenía un pelo negro azabache, con manchas de polvo color grisáceo, como si de canas se tratase a pesar de su corta edad. Sus ojos eran rasgados y tristes, el reflejo de una sociedad sin esperanza, un día sin sol, una noche sin luna. Tenía la nariz chata. Su boca era pequeña formada por sus labios finos cuya expresión era la personificación de la tristeza. Llevaba una camiseta vieja y sucia, que además le quedaba grande pero dejaba ver sus piernas delgadas que cruzaba graciosamente. En las manos tenía una manzana demasiado verde como para comerla, y él estaba demasiado hambriento como para esperar a que madurase. Poco a poco fui descubriendo que era un niño adorable y muy inteligente. No era ambicioso, su única meta era sobrevivir. A pesar de tener que trabajar en el interior de una mina diariamente, era un niño inquieto, incansable. Demasiado agradecido con la vida aún con lo poco que ésta le había aportado.
       Aquel día decidí quedarme: a pesar del clima insufrible, de la pobreza siempre presente, de la nostalgia de mi familia… Era la primera vez que trabajaba en un proyecto humanitario. Ahora llevo ya veinte años. Quizá muchos no me entiendan cuando digo que he recibido más de lo que he dado.       
                                                                   Marta 4º ESO A