¿Dónde está mi lengua?



Estaba soñando aquella noche algo muy raro. Debió de ser por aquella película en la que los protagonistas se quedaban sin cuerpo poco a poco. Pues soñé que no tenía cara, iba desapareciendo, primero los ojos, luego la nariz, la boca… No sé porqué ni cómo pero aquel día por la mañana me levanté sudada. “¡Menudo susto!”, pensé yo. “Relájate Laura”, me dije a mí misma al despertar, “Sólo ha sido un sueño, ¿no?”. Decido levantarme y desayunar igual que todos los días. Me pongo las zapatillas, me miro al espejo y bostezo. Pero esta vez no es como todos los días. No. Hoy noto algo raro. Me vuelvo a mirar. Pienso. “Dos piernas, dos brazos, una cara… no, aquí no falta nada”. Me reí. “Menuda paranoica, el sueño de esta noche me afectó…”. Bajo a la cocina.
- Buenos días- dice mi madre.
- Hola- digo yo balbuceando.
- ¡Por Dios Laura! Habla bien que parece que tengas dos años.
- ¡Acabo de decir hola!- segundo intento, como no, sin éxito.
- ¿Qué pasa? ¿Tienes la lengua muerta o es que aún no te has despertado?
Entonces pienso… Espera. Esto no puede ser. ¡No tengo lengua! Vamos a ver, ayer cuando estaba en cama tenía lengua. Hoy no tengo lengua. ¿Conclusión? Aún debo de estar soñando. Me pellizco y abofeteo un poco para despertarme. Nada. Entonces me asusto y me toco la cara por si me había desaparecido algo más. No. Todo en orden. Pues parece que solamente me falta la lengua, por ahora…
- Laura pero tú hoy estás tonta, ¡deja de hacer el payaso anda!
- Mamá que me falta la lengua- grité yo.
- Pero, ¿Qué dices? Habla bien. Vocaliza.
- Mamá. ¡No tengo lengua! Mira- abro la boca pero ella no me mira.
- ¿Tienes hoy el examen de lengua? Pues como vayas así a clase…
Decido dejarla. Ahora lo importante es encontrarla. Veamos. La lengua la pude perder cenando ayer. Miro en la nevera. Hay huevos, leche, refrescos, jamón York… pero ninguna lengua. Que raro… A lo mejor se me cayó ayer cuando me estaba lavando los dientes. Voy corriendo al cuarto de baño y miro junto al cepillo… tampoco. Me estoy empezando a desesperar de verdad. Esto es muy pero que muy extraño. Y como para solucionar temas extraños necesito a gente extraña decido acudir a la más rarita de todos, mi hermana. Seguro que me la robó ella, como es tan bonita.
- A ver canija, ¿Dónde está mi lengua?- le grito.
- Vocaliza o es que ni siquiera eso puedes hacer.
- Sé que la tienes tú- me desespero ya.
- No te entiendo.
- ¡Dámela canija, dámela ya! Se lo voy a decir a mamá. ¡Dámela!
Y, ¡pum! Un fuerte golpe en mi cara. Dolió. No me lo esperaba. Abro los ojos y veo a mi hermana gritándome delante de mí y muy enfadada. No entiendo nada pero al menos creo que aprendí a hablar.
- ¿Qué pasa?- pregunto extrañada.
- Deja de insultarme en sueños o se lo diré a mamá.
¿Estaba soñando? ¿Otra vez? Entonces lo otro, ¿Qué era?, ¿El sueño de un sueño?, ¿o el sueño de un sueño en un sueño? ¿Y si estaba soñando también ahora? Doy un brinco. Me levanto y me miro al espejo. Abro la boca y muevo la lengua. ¡Bien! ¡Tengo la lengua viva! Me río.
- Tu eres tonta- dice mi hermana mirándome atónita.
Presumiendo de ella le echo la lengua y me río. Al final parece que todo ha sido un sueño y se ha arreglado, al menos eso creía yo entonces… 
                                             Laura P. 4º ESO A    

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